El origen de la fiesta, es remoto, aunque nos parece clara la conexión con otras fiestas del fuego. Los celtas, pueblo omnipresente en la cultura galaica, celebraban el Samainn, donde encendían el primer fuego y asaban castañas sobre una gran hoguera visible desde varios puntos. En el magosto berciano, el mayordomo de las ánimas repartía a boleo castañas desde la torre de la iglesia; lo mismo hacían en algunos pueblos gallegos. La gente las agradecía como donativo de las ánimas del purgatorio en paga a las limosnas que habían dado por su eterno descanso durante el año.
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